SpicyBids (ex HappyBidders) - www.happybidders.com y x1click - www.x1click.com.uy son parte de una nueva serie de sitios web que plantean una modalidad de compra bastante llamativa. Básicamente consiste en participar en subastas en tiempo real de servicios y productos nuevos, como cámaras digitales, consolas, celulares, accesorios, etc., que el sitio mismo se encarga de proveer y poner a la venta partiendo desde el precio U$S 0.
Todo remate comienza de la misma manera: se publica automáticamente dando inicio a la cuenta regresiva del tiempo (que consta de unas pocas horas) que disponemos para apropiarnos del producto. En el lapso de duración de la subasta, los usuarios que compiten son libres de realizar la cantidad de ofertas que deseen, donde una vez concluida, el mejor postor es quien se hace acreedor del artículo en cuestión.
Para poder participar obviamente necesitamos tener crédito, el cual puede ser obtenido a través de la compra on-line de los mismos con tarjeta de crédito, o simplemente por medios gratuitos como "invitar amigos" a que se registren en el sitio web.
El valor U$S 0 con que inician todos los artículos es realmente atractivo, tanto que podemos llegar a adquirir una consola Wii de Nintendo por menos de U$S 1. Esto es lo que dice el reglamento, y siendo así nadie puede despojarnos de lo que terminemos comprando. Pero en la práctica sabemos que suena extraño y disparatado, ¿qué negocio puede ser rentable con riesgos de gastos de este tipo?, ¿quién puede ser capaz de creer que es posible adquirir una consola, de valor U$S 300 en el mercado, por unos pocos centavos de dólar? La respuesta es obvia: aquí hay gato encerrado.
Es así que decidí realizar un pequeño experimento. Con tan solo 1 crédito disponible (otorgado al registrarme, equivalente a menos de U$S 1), propuse abonar el mínimo posible a la subasta de un iPad, donde hasta el momento no se había registrado oferta alguna. No solo me aseguré de que existieran 0 propuestas de precio, sino además que dicha oferta fuera realizada a escasos segundos de culminar, acción que dejaría prácticamente sin tiempo alguno a otro usuario a re-ofertar. ¿Se imaginan lo que sucedió no?
Faltando apenas 1 segundo para cantar victoria por haber comprado mi primer iPad totalmente nuevo por tan solo unos centavos, mágicamente surgieron dos usuarios compitiendo entre sí con una avalancha de mejores ofertas. La disputa terminó obviamente con un ganador que precisamente no era yo.
Luego de haber comprobado el mecanismo, y para no sacar apresuradas conclusiones, lo volví a repetir de la misma manera en otras 5 ocasiones. Para mi sorpresa y mi disgusto, en ninguna oportunidad pude ganar. ¿Se imaginan quién resultó ganador en todas esas ocasiones? El mismo usuario que faltando pocos segundos para caer el martillo, ofertaba sistemáticamente mejor que yo. No sólo en mis subastas, sino en las de todo el sitio (esto puede comprobarse fácilmente ya que los ganadores de cada subasta son publicados en un apartado especial).
Evidentemente era de esperarse, el sitio web cuenta con unos pocos "usuarios" que tienen la exclusiva y permanente tarea de impedir que los artículos sean vendidos por sumas insignificantes. Lo curioso es que salta claramente a la vista de cualquier usuario y parece no preocupar a los responsables del negocio.
En conclusión, a lo que quiero llegar con todo esto, es a razonar que si de antemano sabemos que en toda subasta existe una máquina o persona encargada de boicotear las ofertas, toda la estructura pierde credibilidad y confianza. ¿Qué seguridad tenemos de que las subastas se realizan de manera legítima? En el último segundo los "moderadores" del sitio son quienes tienen la última palabra.
Sin duda que es irracional pensar que este mecanismo es 100% auténtico, y menos aun cuando las subastas se renuevan permanentemente. Sería como regalar artículos cada 30 minutos, lo cual como estrategia de marketing puede ser atrayente, pero una vez que lo visitamos y probamos, el efecto es negativo. El usuario termina pagando lo mismo o más de lo que vale el artículo en el mercado.
Me atrevo a decir que la idea necesita ser muy "pulida", quizás informando y reglamentando que las subastas para cada artículo dispongan de un determinado monto mínimo a ofertar. Tal como funciona en las clásicas subastas. De lo contrario la experiencia resulta vivida como un negocio ridículo para inocentes e ingenuos niños.
Todo remate comienza de la misma manera: se publica automáticamente dando inicio a la cuenta regresiva del tiempo (que consta de unas pocas horas) que disponemos para apropiarnos del producto. En el lapso de duración de la subasta, los usuarios que compiten son libres de realizar la cantidad de ofertas que deseen, donde una vez concluida, el mejor postor es quien se hace acreedor del artículo en cuestión.
Para poder participar obviamente necesitamos tener crédito, el cual puede ser obtenido a través de la compra on-line de los mismos con tarjeta de crédito, o simplemente por medios gratuitos como "invitar amigos" a que se registren en el sitio web.
El valor U$S 0 con que inician todos los artículos es realmente atractivo, tanto que podemos llegar a adquirir una consola Wii de Nintendo por menos de U$S 1. Esto es lo que dice el reglamento, y siendo así nadie puede despojarnos de lo que terminemos comprando. Pero en la práctica sabemos que suena extraño y disparatado, ¿qué negocio puede ser rentable con riesgos de gastos de este tipo?, ¿quién puede ser capaz de creer que es posible adquirir una consola, de valor U$S 300 en el mercado, por unos pocos centavos de dólar? La respuesta es obvia: aquí hay gato encerrado.
Es así que decidí realizar un pequeño experimento. Con tan solo 1 crédito disponible (otorgado al registrarme, equivalente a menos de U$S 1), propuse abonar el mínimo posible a la subasta de un iPad, donde hasta el momento no se había registrado oferta alguna. No solo me aseguré de que existieran 0 propuestas de precio, sino además que dicha oferta fuera realizada a escasos segundos de culminar, acción que dejaría prácticamente sin tiempo alguno a otro usuario a re-ofertar. ¿Se imaginan lo que sucedió no?
Faltando apenas 1 segundo para cantar victoria por haber comprado mi primer iPad totalmente nuevo por tan solo unos centavos, mágicamente surgieron dos usuarios compitiendo entre sí con una avalancha de mejores ofertas. La disputa terminó obviamente con un ganador que precisamente no era yo.
Luego de haber comprobado el mecanismo, y para no sacar apresuradas conclusiones, lo volví a repetir de la misma manera en otras 5 ocasiones. Para mi sorpresa y mi disgusto, en ninguna oportunidad pude ganar. ¿Se imaginan quién resultó ganador en todas esas ocasiones? El mismo usuario que faltando pocos segundos para caer el martillo, ofertaba sistemáticamente mejor que yo. No sólo en mis subastas, sino en las de todo el sitio (esto puede comprobarse fácilmente ya que los ganadores de cada subasta son publicados en un apartado especial).
Evidentemente era de esperarse, el sitio web cuenta con unos pocos "usuarios" que tienen la exclusiva y permanente tarea de impedir que los artículos sean vendidos por sumas insignificantes. Lo curioso es que salta claramente a la vista de cualquier usuario y parece no preocupar a los responsables del negocio.
En conclusión, a lo que quiero llegar con todo esto, es a razonar que si de antemano sabemos que en toda subasta existe una máquina o persona encargada de boicotear las ofertas, toda la estructura pierde credibilidad y confianza. ¿Qué seguridad tenemos de que las subastas se realizan de manera legítima? En el último segundo los "moderadores" del sitio son quienes tienen la última palabra.
Sin duda que es irracional pensar que este mecanismo es 100% auténtico, y menos aun cuando las subastas se renuevan permanentemente. Sería como regalar artículos cada 30 minutos, lo cual como estrategia de marketing puede ser atrayente, pero una vez que lo visitamos y probamos, el efecto es negativo. El usuario termina pagando lo mismo o más de lo que vale el artículo en el mercado.
Me atrevo a decir que la idea necesita ser muy "pulida", quizás informando y reglamentando que las subastas para cada artículo dispongan de un determinado monto mínimo a ofertar. Tal como funciona en las clásicas subastas. De lo contrario la experiencia resulta vivida como un negocio ridículo para inocentes e ingenuos niños.